El silencioso puente entre la PRESENCIALIDAD y la VIRTUALIDAD de nuestras aulas

Por qué escribir y compartir en las redes?
Simplemente para PENSAR con otros y construir respuestas que generen nuevas preguntas, en estos tiempos coronados por la INCERTIDUMBRE.
Si estas cortitas líneas abriesen alguna ventanita y ayudaran a mantener vivo el deseo de rediseñar, repensar y reinventar nuestro proceso “aprendiseñante”, adquiere significado el estar abriendo este espacio.
Como educadora, y apasionada de la construcción de aventuras pedagógicas, y del trabajo en equipo, sigo de cerca este desafío que “llegó y no sabemos hasta cuándo”, pasando en un suspiro de la presencialidad a la virtualidad.       

La escuela en casa, conectados pero sin encuentros
La escuela en casa, solos pero juntos                                      
La escuela en casa, sin abrazos pero con emoticones

...., y de repente el living es mi clase, mi planificación para el aula real se esfumó, el pasar por tu banco a explicarte la consigna no pude ser, tu rostro que dice no entiendo se perdió en esa pantalla casi invisible para mi, tus tímidas participaciones desde el banco ya no tienen lugar en tu computadora, mi desesperación docente por captarlos y atraparlos, a veces choca con la invisibilidad de él o de ella, e inclusive de ellos.
Es así que un sin fin de interrogantes comienzan a danzar en forma casi descontrolada entre cabeza y corazón:
¿Es posible generar aprendizaje significativo y perdurable, sin monitorear desde sus/nuestras emociones, en ese fascinante puente de ida y vuelta, que genera el hecho educativo?
¿Es posible encontrar trayectorias “de encuentro “ dentro de las aulas virtuales y en la educación a distancia?
¿Es posible ser instrumentos competentes, en el andamiaje necesario para nuestros estudiantes, en estos tiempos revueltos?

Estoy convencida que es POSIBLE, si logramos posicionarnos en que todo CAMBIÓ:
Cambiaron nuestros objetivos académicos dentro del aula, nuestra formas de encontrarnos, nuestros formatos de evaluación, nuestras aulas, nuestros estudiantes, NOSOTROS.
Lo que probablemente no haya cambiado, es que aún estamos a tiempo de resignificar la fascinante aventura de APRENDER, ENSEÑAR y volver a APRENDER.
                                      Natalia Ponce de León

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